EL DEVORADOR DE PALABRAS DE MARC BERNARDIN

Devorador de palabras 016: Pensamiento revisor

Tucán leyendo un cómic

Ocurrirá y ocurrirá a menudo. Luchar contra ello no hará que desaparezca, sino que empeorará las cosas, sobre todo si haces cómics por encargo.

Recibirás notas sobre un guión de tu editor. La forma en que gestiones esas notas definirá gran parte de tu carrera, sobre todo su duración. Porque eres autónomo y todo autónomo es al menos una de estas cuatro cosas para un empleador: bueno, rápido, fácil o barato. Una de ellas te dará trabajo. Dos de ellas te ayudarán a mantenerlo. Tres de ellas te pondrán en demanda. Y si eres las cuatro cosas, te votan Rey de la Montaña del Cómic, te llevan a hombros de la editorial y te obsequian con las mejores chucherías y salsas que el dinero puede comprar.

La clave al hacer revisiones es encontrar el espíritu de la nota. ¿Qué fue lo que les llevó a intentar reescribirla? Pocos editores -incluso aspirantes a escritores- cambiarán algo simplemente por cambiarlo. Así que intenta entender por qué.

El tipo de notas que recibas dependerá, en gran medida, del tipo de editor que tengas. Algunos editores son personas inteligentes que quieren que su historia sea lo mejor posible. Te darán notas bien pensadas, que o bien serán fáciles de hacer, porque son claras en lo que buscan, o difíciles, porque te harán ver el trabajo de una forma que no habías pensado antes. Y a veces, esos ojos claros son los más importantes.

Algunos editores son escritores frustrados. Pueden tener buenas intenciones, pero las notas que te dan son sugerencias de cómo contarían tu historia. Es difícil tratar con ellos, porque también son las personas a las que tienes que contentar para pasar a la siguiente fase de la producción. Y no hay que pasar por encima de ellos, porque te tacharán de "problemático" y tendrás que tachar "fácil" en tu tarjeta de puntuación de autónomo. Pero al menos te dan notas porque les interesa la historia. Probablemente podréis encontrar una solución que os satisfaga a ambos.

Y algunos editores no son más que cuerpos calientes en la cadena de montaje. Si tienes suerte, no te encontrarás con muchos de ellos, porque es imposible entenderlos. ¿Las notas vienen de ellos o de arriba? ¿Son para ayudar a mejorar tu historia, para satisfacer los caprichos de otra persona o para adherirse a alguna estratagema corporativa? En este caso, no hay un verdadero espíritu de la nota, porque estás muy lejos de su origen y es algo muy arbitrario lo que te piden. En este caso, estás en modo de conservación del trabajo. Si puedes hacer la revisión y mirarte en el espejo, y si necesitas el trabajo, hazlo. Si no puedes, defiéndete y lucha por lo que crees que es correcto, pero ten en cuenta que puedes quemar un puente en el proceso.

Si estás haciendo un libro de autor y traes a un editor, lo más probable es que lo hayas hecho porque valoras su criterio. Y como es tuyo, puedes aceptar o rechazar sus comentarios a tu discreción.

Pero si estás haciendo libros por encargo, contando historias con personajes propiedad de la empresa, tienes que recordar que estás jugando con sus juguetes y, como tal, tienen derecho a decirte lo que puedes y no puedes hacer con ellos.

También tienes derecho a dejar sus juguetes y marcharte. Tú mismo puedes decidir cuándo se ha acabado el recreo.


El Devorador de Palabras de Marc Bernardin aparece el tercer martes de cada mes aquí, en Tucán.

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