EL DILETANTE DE STEVE LIEBER

Diletante 023: Influencias

Tucán leyendo un cómic

El fin de semana pasado viajaba en Amtrak de vuelta de una convención cuando un tren de mercancías retrasó el mío. Atrapado allí en un cómodo asiento, con sólo 10.000 calorías de sabrosos tentempiés a mano, dos buenos libros electrónicos y cuatro potentes barras de wifi gratuito, me pregunté cómo podría soportar semejante dificultad. Fue entonces cuando se me ocurrió que podía entrar en Twitter y hacer un AMA: Ask Me Anything (Pregúntame lo que quieras).

Recibí un montón de preguntas estupendas en mi timeline y por mensaje directo, e intenté responderlas todas, pero resultó que se me escapó una buena: "¿Quién ha tenido la mayor influencia en tu trabajo y por qué?".

Me gustaría poder reírme desdeñosamente de esta pregunta y dejarla de lado proclamando que me he hecho a mí mismo y que mi única influencia es la naturaleza esculpida por la cálida luz del sol, pero eso sería una tontería interesada. Como la mayoría de mis compañeros, soy una mezcolanza Frankenstein de innumerables influencias, algunas estudiadas activamente, otras absorbidas pasivamente y otras rechazadas conscientemente. He aquí algunas influencias que han tenido un gran impacto en mi trabajo.

1. Joe Kubert

Lo que más me influyó de Kubert fue su forma de concebir la narración. Me enseñó a analizar lo que quiero comunicar en un panel y en una página. Me enseñó a analizar lo que quiero comunicar en un panel y en una página, por ejemplo, qué es un plano fijo y cómo se utiliza para indicar al lector dónde tiene lugar la historia y qué tipo de historia está leyendo. Me enseñó el valor de una puesta en escena clara y por qué quería situar el punto de vista del lector en un lugar y no en otro. Aprendí a pensar en los paneles como si fueran frases de un párrafo, cada una de las cuales añadía nueva información y construía un momento que mantendría al lector lo bastante interesado como para pasar de página.


2. Robert Fawcett

Gil Kane se describió a sí mismo una vez como un joven artista con demasiadas influencias, como un avión sobrecargado, agobiado e incapaz de despegar hasta que se deshace de algo de peso. Yo me sentía igual, y tuve la suerte de encontrar un libro que me ayudó a separar las influencias que merecían la pena y las que no eran más que desorden: Sobre el arte de dibujar, de Robert Fawcett.

El libro de Fawcett no es un libro de texto de "Cómo dibujar". Apenas reconoce que existan tales cosas (aunque ayudó a escribir uno de los mejores: el curso de la Escuela de Artistas Famosos). Su propio libro era más bien un "Por qué dibujar", un extenso ensayo sobre cómo pensar el dibujo: para qué sirve dibujar y cuáles son los objetivos que merece la pena que persiga un dibujante. Subrayaba la importancia de que los estudiantes tuvieran un ojo humilde, de que aprendieran por observación. Y ofreció la mejor definición de buen dibujante que he visto:

"La esencia del buen dibujo parece ser hacerse entender sobre el papel. Se ocupa de la aclaración más que de la confusión, y sustituye la vaguedad y la indecisión por una delineación significativa".

Fawcett también me enseñó a distinguir entre la poderosa simplicidad de un maestro del dibujo y las simplificaciones arbitrarias y simplistas de un estilista. Hacía tiempo que sabía que la sencillez era un objetivo importante, pero no entendía muy bien qué tenía de difícil. No es difícil hacer un dibujo sencillo. Lo difícil es hacer que comunique tanto como uno elaborado y detallado.


3. Lynda Barry

Mis dibujos no se parecen en nada a los de Lynda Barry, pero su forma de contar historias influyó profundamente en mi forma de entender el cómic. Antes de leer su obra, consideraba el texto del cómic como una ayuda para las imágenes. Utilizamos pies de foto y diálogos porque algunas cosas pueden decirse más clara o eficazmente con texto que con imágenes. Lynda Barry me enseñó lo poderoso que puede ser cuando las palabras y las imágenes actúan en contrapunto: las palabras dicen una cosa, las imágenes otra, y de su yuxtaposición surge un tercer significado. También aprendí de ella lo mucho que se puede hacer con imágenes subjetivas. En los cómics, las imágenes se leen sobre todo como algo objetivo: las imágenes funcionan como declaraciones de los hechos de la historia. El uso que Barry hace de las imágenes ofrece otras posibilidades. A veces están ahí para crear un ambiente o una idea que apoye o contradiga lo que se nos dice en el texto. A veces ilustran lo que un personaje sueña despierto mientras el texto transmite la realidad. A veces narran una historia paralela aparentemente inconexa, creando ambigüedades que dejan margen para que el lector descubra cómo pueden estar relacionadas.

Las historias suelen tener más impacto cuando no se explica lo que se quiere decir y se deja que el lector lo entienda por sí mismo. Barry es un maestro en eso.


4. Harvey Kurtzman

Kurtzman comprendió mejor que nadie que el cómic es una forma rítmica. Leer sus cómics de guerra y los primeros números de MAD me ayudó a entender muchas cosas sobre el ritmo. Aprendí el impacto que se puede conseguir cambiando el número de paneles de una grada. Cómo se puede influir en el tiempo incluyendo o eliminando un pie de foto o un efecto sonoro. Cómo hacer que un momento resalte pasando de formas curvas a angulosas, o yuxtaponiendo lo recargado a lo disperso. Y demostró lo valioso que puede ser romper la regla empírica que dice que en las historias de aventuras hay que seguir moviendo la "cámara". La idea habitual es cambiar de ángulo para mantener interesado el ojo del lector y crear una sensación de movimiento. Kurtzman muestra lo que se puede conseguir manteniendo un punto de vista estático en una secuencia de paneles, cambiando sólo un elemento, y enfatizando así lo importante que es ese único elemento.


5. Jaime Hernández

Técnicamente, la obra de Jaime Hernández es una síntesis impecablemente elaborada de elementos muy dispares: Dan DeCarlo, Hank Ketcham, Charles Schulz, John Stanley, Jack Kirby y Alex Toth, por nombrar algunos. Pero lo más interesante es su agudísimo ojo para el comportamiento humano, su ingenio, su contención y su capacidad para utilizar las herramientas tradicionales del cómic con nuevos resultados. Consigue comunicar una gama mucho más amplia y profunda de personajes, sentimientos, imágenes e ideas que la mayoría de los dibujantes. Despojó mi noción de los límites del cómic. Y fue leyendo su obra como aprendí que se puede pasar del naturalismo a la caricatura sin perder la sensación de inmersión del lector, que se puede hacer reír yuxtaponiendo algo reconociblemente humano a algo más grande que la vida, y que si conoces a tus personajes, puedes hacerlos interesantes incluso cuando no están haciendo cosas que hagan avanzar la trama.


¡Steve Lieber's Dilettante aparece el segundo martes de cada mes aquí en Toucan!

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